Autor: Fredi Arias, Ph.D.
Profesor Pleno
Departamento de Administración de Agronegocios
farias@zamorano.edu
El clima se define como una medida promedio del patrón de variabilidad de la temperatura, humedad, presión atmosférica, viento, precipitaciones, recuento de partículas en la atmósfera y otras variables meteorológicas en una región determinada durante períodos largos de tiempo. Tantos factores afectando el clima hacen realmente difícil medir su cambio y su impacto. Normalmente el clima es cambiante, como se muestra en la falta de regularidad en las estaciones climatológicas de un año para otro, lo que agrega mayor complejidad a su medida.
Independientemente de la forma en que se mida el cambio climático, existe un consenso casi generalizado de que los sistemas de producción y comercialización utilizados por las economías de mercado, eventualmente resultarán en una alteración climática de consecuencias aún desconocidas pero que seguramente afectará las condiciones sociales y económicas de la comunidad mundial.
Por lo tanto, es muy probable que, en un futuro cercano, el cambio climático pueda afectar muy gravemente el crecimiento y desarrollo económico del mundo si no se implementan controles inmediatos. Por ejemplo, el Informe Stern estima que si no actuamos ahora, los costos globales y los riesgos del cambio climático equivaldrán a la pérdida de al menos un 5% del producto interno bruto (PIB) global anual y algunos autores estiman que este cambio podría alcanzar hasta un 20% o más del PIB mundial. Por el contrario, los costos de acciones pertinentes – mitigación y adaptación – pueden estimarse en una cifra alrededor de un 1% del PIB global anual. Resulta económicamente racional actuar ahora y con esto disminuir el efecto de mañana. Desagregando este impacto económico en el PIB, podríamos puntualizar lo siguiente:
En resumen, el cambio climático encierra costos de mitigación, pero también de adaptación. Estos tienen un impacto potencial enorme, con predicciones de falta de agua potable, grandes cambios en las condiciones para la producción de alimentos y un aumento en los índices de mortalidad debido a inundaciones, tormentas, sequías y olas de calor. Por lo tanto, el cambio climático no es un fenómeno sólo ambiental sino de profundas consecuencias económicas y sociales. Los países más pobres, que están peor preparados para enfrentar cambios rápidos, serán los que sufrirán las peores consecuencias.
Por su posición geográfica y su nivel socioeconómico, Centro América es una región muy susceptible al cambio climático. Esta región experimenta una gran dependencia económica en la actividad agrícola. Con una agricultura dependiente de la lluvia, un nivel de ingresos familiares mayoritariamente provenientes de la agricultura, y con más del 50% de su población viviendo en las áreas rurales, resultan en una región de alta susceptibilidad a variaciones en la temperatura, regímenes de lluvias y regímenes estacionales climáticos. Honduras es uno de los países de la región con una gran población rural, más de un tercio de su PIB es generado directa o indirectamente por la agricultura y una gran proporción de sus divisas son generadas por la agricultura. En Honduras un año de sequía o un aumento en un grado en la temperatura o un adelanto o atraso de un mes en el régimen de lluvias tendría consecuencias devastadoras para esta sociedad. Centro América en general y Honduras en particular representan áreas de alta susceptibilidad a distorsiones climáticas, donde las medidas tempranas seguro tendrán un alto retorno socioeconómico.